Re-Conexión con Dios - Pistas para una confesión
Nuestra vida transcurre a un ritmo frenético que muchas
veces nos impide detenernos para disfrutar de lo sencillo, lo esencial y al
mismo tiempo de lo fundamental. Solamente una trágica pandemia fue capaz de
poner freno a esta rapidación que nosotros como especie humana hemos
creado; y que hoy se vuelve contra nosotros hasta el punto de asfixiarnos. Sin
embargo, la enseñanza aún no parere haberse asimilado y nuestro estilo de vida
temerosa pero rápidamente vuelve a la normalidad y con ella, la velocidad de
nuestros pasos se acelera, nuestras agendas vuelven a estallarse de compromisos
por atender nuevamente lo esencial a nuestra existencia como el tiempo para la
familia, para el fortalecimiento de nuestro ser integral, para el cultivo de
arte, para la lectura y para nuestro crecimiento espiritual vuelve a sucumbir.
Quizás ahora que los colegios están en periodo de vacaciones, quienes a diario asisten a él, hallen o se obliguen a destinar un tiempo a este tipo de actividades que en otro momento no dejan de ser un anhelo visto con nostalgia ante la imposibilidad de llevarlo a cabo. Se trata de actividades como el cuidado de la salud, el espacio del encuentro con el otro, la práctica de un deporte, el encuentro con la naturaleza, la práctica de la solidaridad, el cultivo de la vida interior o el fortalecimiento de nuestra relación íntima con Dios. ¿Qué prioridad ocupan este tipo de actividades ahora que estás en vacaciones?, preguntaría a todos quienes gozan alegremente de este periodo de desconexión con el colegio.
En ese contexto, considero oportuno invitar a profesores, padres de familia, estudiantes y demás integrantes de la comunidad educativa a Re-conectarse con Dios, una de las actividades esenciales en nuestra vida (como creyentes), que en ocasiones pasamos a un segundo plano, a la que no destinamos el suficiente tiempo y/o que con facilidad olvidamos (desde luego dejando en claro que puede no ser el caso de un buen número de personas). De manera especial quiero invitarlos, en estas vacaciones, a generar un espacio para esa Re-conexión a mediado por el Sacramento de la Confesión, del cual me dispongo a continuación a indicar cómo llevarlo a cabo, ya que puede ser una práctica de la cual no todos estén muy seguros de cómo llevarla a cabo.
¿Cómo llevar a cabo este proceso de Re-conexión con Dios a través de la confesión?
Antes de la Confesión:
Reflexiona acerca de tu condición de fragilidad y al mismo tiempo, acerca del amor y misericordia de Dios por todas sus creaturas, por todas las personas.
Se trata de reconocer que estamos conectados íntimamente
a nuestro padre creador y que siempre necesitamos de su amor, su presencia y
cercanía como lo experimentó el hijo pródigo. Al mismo tiempo, que estamos
estrechamente vinculados a toda la creación, a las demás especies, a las demás
personas.
Examina tu conciencia explorando tus pensamientos, actitudes y comportamientos en relación a Dios, a las demás especies de la creación y a las personas de tu entorno cercano. Algunas preguntas que pueden orientarte son:
En relación a Dios: ¿Qué lugar ocupa Dios en mi vida? ¿Lo amo con todo mi ser o simplemente lo busco como un dios proveedor? ¿De qué manera cultivo esa relación?
En relación a la creación: ¿De qué manera valoro y cuido de la creación de Dios en todas sus expresiones?
En relación a las personas: ¿Protejo, acompaño y si es el caso defiendo y/o promuevo el respeto de las personas? ¿Practico las obras de misericordia?
En el silencio de tu corazón asume una actitud de arrepentimiento si descubres, a la luz de las preguntas sugeridas y otras que te puedas plantear, incongruencias en tu vida respecto a tu relación con Dios, con la creación y con las personas de tu entorno. Se trata de arrepentirse especialmente del bien que se ha dejado de hacer al asumir actitudes contrarias a las enseñanzas de Dios a través de la Palabra, a través de Jesús. Puedes orar repitiendo: “Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado. Oh Dios, crea en mí un corazón puro y renuévame por dentro” (Salmo 50).
En la confesión
Con mucha naturalidad y sinceridad presenta al sacerdote tus faltas luego de haber realizado tu examen de conciencia. Procura ser claro y conciso. Terminada la confesión, el sacerdote pronuncia las palabras de la absolución haciendo sobre ti la señal de la cruz.
Después de la confesión
Dale gracias a Dios por su amor que te restaura, te fortalece, te perdona y acoge. Puedes usar esta oración: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador” (Lc. 1, 46-47)
Por último, cumple con la penitencia que te dio el confesor, pero sobre todo asume una actitud de compromiso real y consciente de restaurar y mantener viva la conexión con Dios, con la creación y con las personas; una conexión alegre, fraterna, constructiva que se proyecte en todos los espacios en que te desenvuelvas. Es lo que se conoce como el propósito de enmienda.
Espero que estas pistas para renovar tu conexión con Dios te sean de utilidad, y, sobre todo, que a partir de ellas destinemos en familia un tiempo para ponerlas en práctica; así como destinamos tiempo para descansar, leer, ir al gimnasio, jugar video juegos, etc.
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