Estilo pedagógico de Jesús Maestro: Modelo inspirador de la práctica pedagógica del educador cristiano

 



Camilo E. Rodríguez F. - cerofe0306@gmail.com

 

Una pregunta vital

El 21 de Abril de 2004 el Cardenal Jorge Mario Bergoglio, Arzobispo de Buenos Aires, en un mensaje dirigido a las comunidades educativas señalaba la siguiente invitación certera: No está de más volver a hacer la pregunta fundamental, ¿Para qué educamos? ... (Bergoglio, 2004)". Sin lugar a dudas se trata de un cuestionamiento teleológico cuyo trasfondo es precisamente indagar acerca del sentido que la educación tiene para la escuela católica. La respuesta que se brinde es tan transcendental que a partir de ella se dinamizan cada uno de los procesos de un centro educativo (administrativos, pedagógicos, organizacionales, financieros etc.). De allí que resulte imprescindible mantener muy presente la pregunta para enriquecer y ajustar la respuesta que se da a ésta, a medida que van surgiendo las nuevas realidades y contextos en un ambiente globalizado que afecta sin duda la vida de las familias, de los niños, de los jóvenes, de los educadores, como también los intereses de las naciones. Se trata entonces de una pregunta dinámica, en movimiento, que exige considerar cada vez nuevas y más complejas situaciones desde diferentes miradas; lo que a su vez conlleva la necesaria participación de toda la comunidad educativa (educadores, directivos, padres de familia, niños y jóvenes, sociedad civil). Así mismo es un planteamiento que pone de manifiesto la necesidad de indagar si somos o no conscientes del propósito que acompaña todo cuanto se realiza en la escuela (al interior del aula, en los patios, en los pasillos, en las jornadas pedagógicas, en las reuniones de padres, etc.). Toda acción pedagógica en la escuela tiene una intensión educadora para los niños y jóvenes, pero también para los maestros y directivos quienes reflexionan acerca de lo que acontece en la escuela para enriquecer su experiencia y generar saber pedagógico. En la Escuela nada es a la deriva ni mucho menos improvisado. Todo se coordina y se desarrolla de tal manera que con cada acción se evidencie el para qué educamos (Silva, 2018).

 

¿Para qué educamos?: La misión de la Escuela Católica

 El mismo Bergoglio más adelante indica que: El único motivo por el cual tenemos algo que hacer en el campo de la educación es la esperanza de una humanidad nueva, en otro mundo que es posible(Bergoglio, 2004). Así las cosas, el ahora Papa Francisco; nos brinda algunas pistas sobre los elementos a considerar para responder a la pregunta del para qué educamos, lo que a su vez constituye en esencia la misión de la Escuela Católica. De acuerdo con él, la misión de la Escuela Católica parte de considerar como punto de partida el modelo de persona y el modelo de sociedad (Silva y Peña, 2018) que pretendemos ayudar a construir desde la acción educativa y todo cuanto acontece en la Escuela. En cuanto al modelo de persona, inspirados en la antropología cristiana se trata de personas auténticas, responsables, críticas, con convicciones profundas, líderes y promotores del cambio social comprometidos con la construcción de una sociedad equitativa, democrática y participativa (Peresson, 2012. P.60), todo esto como fruto de una formación integral que desarrolla todas las dimensiones del ser humano: ética, espiritual -trascendente, cognitiva, psico-afectiva-sexual, comunicativa, estética, ecológica, corporal, lúdica, socio-política y laboral (Peresson, 2012. P.61). Y en relación al modelo de sociedad se trata de un mundo radicalmente nuevo, libre de toda forma de opresión, donde se hace manifiesta la justicia y la defensa de los derechos de los más débiles y donde finalmente hace presencia la fraternidad, la paz y la armonía con la naturaleza (Silva y Peña, 2018. P. 11).

 Se trata en definitiva de comprender que la escuela católica educa, existe y tiene sentido en cuanto permite abrir la mente y el corazón a la realidad como bien señala el Papa: “Ir a la escuela significa abrir la mente y el corazón a la realidad, a la riqueza de sus aspectos, de sus dimensiones. Y nosotros no tenemos derecho de tener miedo de la realidad. La escuela nos enseña a entender la realidad…” (Otero, 2018. P. 41). Es para eso, para lo que la escuela católica educa en definitiva. Yendo un poco más allá, se trata de identificar en la respuesta al para qué educamos, la sintonía existente entre la misión de la Escuela Católica, la misión de la Iglesia y la Misión de Jesús expresada en lema de CONACED: “Evangelizamos Educando, Educamos Evangelizando”. La Escuela Católica evangeliza mediante la educación, es decir, a través de ella hace posible la construcción de un mundo nuevo, del Reino de Dios, ya que a través de la educación se forman personas nuevas quienes a su vez construyen una sociedad nueva. En definitiva, la escuela educa para continuar la misión evangelizadora de Jesús quien a su vez delegó esta tarea en la Iglesia, lo que a su vez la convierte en un compromiso y misión de todo educador católico ejercida desde una opción libre frente a esa vocación a la que el mismo Jesús le llama constantemente.

 

Estilo pedagógico de Jesús Maestro

 Una vez identificado el para qué educa la Escuela Católica conviene adentrarse en la manera distintiva a través de la cual esa misión educadora se lleva a cabo. No cualquier estilo es conveniente ni contribuye al modelo de persona y de sociedad que se quiere ayudar a formar, no cualquier estilo coadyuva a la construcción del Reino de Dios. Para ello el referente más apropiado es sin duda el mismo Jesús, quien no solo testimonió y estableció la misión para sus seguidores y por ende para la escuela; sino que además señaló con claridad a través de diversos relatos y parábolas un estilo educativo propio que se convierte en el paradigma educativo de los educadores católicos. Dicho estilo debe inspirar las prácticas del docente en el aula, la relación maestro-estudiante, el modelo evaluativo entre otros aspectos; y contrario a lo que algunos en ocasiones acentúan tiene además la capacidad de dejarse enriquecer por los avances de las diferentes ciencias relacionadas directa o indirectamente con el acto de educar. Es decir, no riñe, no es cerrado, no es estático, sino todo lo contario, dinámico en cuanto se ve enriquecido por los nuevos avances. Es así como encontramos en el relato de los discípulos de Emaús, (Lucas 24: 13-35) los rasgos característicos del estilo pedagógico de Jesús Maestro:

 1. Acercarse para conocer la realidad contextual como punto de partida:

 “Aquel mismo día, dos de ellos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús que está a unos diez kilómetros de Jerusalén. En el camino conversaban sobre todo lo sucedido. Mientras conversaban y discutían Jesús en persona los alcanzó y se puso a caminar con ellos. Pero ellos tenían los ojos incapacitados para reconocerlo”. (Lucas 24: 13-16)

 La muerte de Jesús supuso sin duda la pérdida de toda esperanza de liberación y de cambio de la realidad para estos discípulos. Huyen temerosos de Jerusalén tratando de salvaguardar incluso sus propias vidas. Pero Jesús se acerca para escucharlos se hace el encontradizo y está dispuesto a conocer acerca de lo que están dialogando. Surge así el primer movimiento del estilo pedagógico de Jesús Maestro: acercase para conocer la realidad contextual como punto de partida. Para el educador católico este movimiento supone a ejemplo de Jesús, saber qué acontece local, nacional y globalmente a nivel social económico, político, ecológico, religioso, etc. Se trata de conocer no solo la realidad objetiva (los hechos o acontecimientos en sí mismos), sino, además, la realidad subjetiva de los niños y jóvenes, es decir, la manera como estos acontecimientos son interpretados, comprendidos y asumidos por ellos. Así mismo, de identificar su condición y estado emocional, afectivo, cognitivo, físico, espiritual, psicológico, etc. Se trata de interesarse por la persona misma y superar la cosificación a la que en ocasiones las dinámicas escolares nos arrojan (un número de lista, un apellido, la ubicación en un lugar del salón, un resultado cuantitativo). Todo esto para establecer el punto de partida de cada uno de ellos y así lograr establecer el punto de llegada, lo que está llamado a ser su potencial (Silva y Peña, 2018. P.103) y el camino a recorrer para alcanzarlo con el acompañamiento de sus maestros.

 2. La pregunta como mediación para el encuentro y el diálogo:

“Él les preguntó: ¿De qué van conversando por el camino? Ellos se detuvieron con rostro afligido, y uno de ellos, llamado Cleofás, le dijo: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que desconoce lo que ha sucedido allí estos días? Jesús preguntó ¿Qué cosa?” (Lucas 24: 17-19).

Solamente después de escucharlos y de acompañarlos Jesús se atreve a lanzar una pregunta que evidencia el interés que siente por conocerlos en profundidad. Pretende indagar acerca de sus preocupaciones. Quiere escucharlos incluso para aprender de ellos, quiere conocer su percepción de los acontecimientos recientes y conocer lo que realmente llevan dentro. Surge así un clima de confianza propicio para el proceso de enseñanza donde se evidencia el interés por el otro. Jesús no es el maestro que sabe y que enseña, sino aquél que se aproxima, se interesa y acompaña, quien quiere establecer un dialogo (Peresson, 2012. P.92). Surge así el segundo movimiento del estilo pedagógico de Jesús: la pregunta como mediación para el encuentro y el diálogo. El maestro católico genera aproximación con sus estudiantes en cuanto permite que éstos formulen, expresen y debatan sus preguntas. La educación es un proceso a través del cual no se entregan verdades absolutas e indiscutibles, sino un escenario para la construcción de pensamiento y el debate a partir de los grandes interrogantes que plantean los niños y los jóvenes de acuerdo con la edad, sus intereses y su realidad (Silva y Peña, 2018. P.103). En ese sentido corresponde al educador el ejercicio de preguntar, interrogar al estudiante, pero al mismo tiempo el de ayudarles a problematizar su realidad con preguntas vitales para que sean objeto de debate al interior de la escuela.

 3. La escucha atenta:

“… Le contestaron: lo de Jesús de Nazaret, que era un profeta poderoso en obras y palabras ante Dios y ante el pueblo. Los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. ¡Nosotros esperábamos que él fuera el liberador de Israel!, pero ya hace tres días que sucedió todo esto”. (Lucas: 24, 19b-22)

 

Entre los versículos 19 a 24 aparece el tercer movimiento del estilo pedagógico de Jesús Maestro. Se trata de la escucha atenta. Si bien es una actitud presente en Jesús desde los primeros versículos es aquí en estos números donde se hace más evidente y palpable. Es indiscutible la manera como Jesús se dispone para escuchar, se interesa en profundidad. Solo la escucha atenta permite identificar en esencia la lectura que los discípulos han hecho de la realidad, solo así conoce su desesperanza, su frustración. Logra identificar adentro de sus entrañas aquello que les hace sufrir, temer y al mismo tiempo huir. Solo así, escuchándolos atentamente puede más adelante ayudarles a resignificar la experiencia vivida.

 Aunque en apariencia se trata de una actitud sencilla, para el educador católico escuchar atentamente se convierte en un paso necesario y fundamental en el acto educativo. No se trata de manifestar un simple interés por atender lo que el otro expresa y comunica. Va mucho más allá de esto. Escuchar implica dejar de concebir al otro como un simple objeto de nuestro discurso para reconocerlo como sujeto comunicativo que tiene el derecho de decir su palabra (Silva y Peña, 2018. P.105), compartir su experiencia, manifestar sus inquietudes vitales y de incluso problematizar los contenidos. Bien lo señala el Papa Francisco: “Necesitamos ejercitarnos en el arte de escuchar, que es más que oír”, “escuchar es ponerse en el lugar del otro, es tender puentes” (Papa Francisco, 2014. Citado por Otero, 2018. P. 103.) Solo a través de la escucha atenta el educador católico podrá hacer un buen acompañamiento que posibilite el crecimiento integral de sus estudiantes, lo que sin duda repercute a su vez en la construcción de una nueva sociedad. Adicionalmente, la escucha atenta a ejemplo de Jesús Maestro propicia entre sus estudiantes un clima de confianza y cercanía que posibilita la comprensión, aumenta la motivación por el hecho de sentirse escuchado, reduce la tensión ante la diferencia de criterios, posibilita el aprendizaje desde la voz del otro, contribuye en la mejor toma de decisiones y contribuye al trabajo en equipo.


 4. Análisis y compresión objetiva de la realidad en clave de esperanza:

“Jesús les dijo: ¡Qué duros de entendimiento! ¡Cómo les cuesta creer lo que dijeron los profetas! ¿No tenía que padecer eso el Mesías para entrar en su gloria? Y comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que en toda la Escritura se refería a él”. (Lucas 24: 25-27).

 Ha llegado el momento para que Jesús pronuncie su palabra y es así como propició un espacio para analizar y comprender todo lo que ellos narraron a partir de la escritura, a partir de la historia del Pueblo de Israel. Lo que pretende con este ejercicio es “ayudar a recuperar la memoria histórica, a ver los hechos dentro de la trayectoria del actuar de Dios en medio de su pueblo” (Peresson, 2012. P.94) se trata de comprender los hechos de una manera diferente. Les invita, les propone y los guía a dejar de leer el acontecimiento en clave de tristeza, desolación y miedo para hacerlo en clave de esperanza y de compromiso futuro en la construcción del Reino de Dios, de un mundo diferente. Es así como la cruz deja de ser un signo de muerte para convertirse en uno de esperanza, movimiento, acción, transformación y compromiso. Surge así el cuarto movimiento del estilo pedagógico de Jesús: Análisis y comprensión objetiva de la realidad en clave de esperanza.

 A ejemplo de Jesús Maestro, el educador católico contribuye al desarrollo de habilidades que permitan a sus estudiantes discernir cada uno de los acontecimientos de la realidad social, política, económica, religiosa, ecológica, etc. Se trata de despertar en ellos el espíritu investigativo para indagar la raíz, las causas de las situaciones de opresión y de injusticia para denunciarlas. Se trata de ayudar a desarrollar la capacidad de comprensión de cada uno de los fenómenos con actitud de compromiso en su transformación y no simplemente desde una mirada inquisidora, distante y alejada. Se trata en realidad de ayudar a desarrollar la capacidad para comprender qué es lo esencial de lo que no lo es, los intereses de unos y otros frente a sus iniciativas, lo falso de lo verdadero, lo humano de lo inhumano, lo esencial de lo accesorio (Silva y Peña, 2018. P.106) siempre en clave de esperanza por un mundo nuevo.


 5. Relación de cercanía, clima escolar fraterno, donación generosa:

“Se acercaban al pueblo adonde se dirigían y él hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le insistieron: Quédate con nosotros que se hace tarde y el día se acaba. Entró para quedarse con ellos; y, mientras estaba con ellos a la mesa tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se los dio” (Lucas 24: 28-31).

 Caminar juntos por un largo periodo de tiempo, compartir su realidad y sus sentimientos frente a ella; así como escuchar al Maestro ha hecho que surja un sentimiento de amistad, cercanía, afecto, simpatía, aceptación, acogida entre ellos. Ni él desea partir, ni ellos quieren dejarle ir. Es la consecuencia de un proceso de acompañamiento cercano que busca el crecimiento del otro a partir de un proceso de relectura de los hechos acontecidos. De otra parte, en el gesto de partir el pan que evoca la última cena, se revela y se rememora como consecuencia, la entrega y la donación de Jesús que es pan que se reparte y se comparte. Surge así el quinto movimiento del estilo pedagógico de Jesús Maestro: relación de cercanía, clima escolar fraterno, donación generosa.

 Desde la figura de Jesús Maestro el educador católico descubre el valor fundamental que representa el manifestarse cercano y próximo a los estudiantes. Descubre la riqueza de relacionarse desde la ternura y la firmeza, como señala San Juan Bautista De La Salle. Es justamente esa relación cercana lo que hace que pueda tocar el corazón de los niños y jóvenes. Y es esa precisamente la fuente y la condición necesaria para el establecimiento de un clima escolar propicio para la relación pedagógica. Como consecuencia surge en el educador el deseo de donarse, de entregarse, de comprometerse intensamente en el proceso de formación integral de los niños y jóvenes. Descubre en ese sentido que él también es pan que se parte y se comparte para sus estudiantes porque “la vida se acrecienta dándola y se debilita en el aislamiento y la comodidad”. ” (Papa Francisco, 2014. Citado por Otero, 2018).



 6. Educa para la libertad y la autonomía:

“Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista” (Lucas: 24, 31).

Jesús ha logrado su propósito, ha llegado al final de ese camino de acompañamiento. Ha logrado hacer que los discípulos le reconozcan y renazca en ellos la esperanza porque le descubren vivo, real y junto a ellos. Pero no permanece, sino que sabe desaparecer porque tiene claro que solo así los discípulos asumirán la misión de ayudar a otros a descubrirle vivo y presente. Solo así retomarán su compromiso en la construcción del Reino de Dios siendo signo de esperanza. Descubrimos en la partida de Jesús el sexto movimiento de su estilo pedagógico: Educa para la libertad y la autonomía.

 A partir de este movimiento el educador católico descubre que su papel de acompañamiento tiene un tiempo determinado. El educador desaparece para que el estudiante pueda ser en adelante, para que se siga formando (Silva y Peña, 2018. P.109). De igual manera se trata de dar el espacio para que sea no para sí mismo sino para los demás. Es decir, que sea capaz de poner en juego todos los aprendizajes y habilidades desarrollados en favor de todos los seres humanos. Porque no se es para sí mismo, sino que se es para los demás. No se educa para éxito personal individualista, sino para el servicio comunitario. Es precisamente esta la mayor videncia de una educación para la libertad y la autonomía.


 
 7. Promover la construcción de un mundo nuevo:

“Se dijeron uno al otro: ¿No sentíamos arder nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las escrituras? Se levantaron al instante, volvieron a Jerusalén…” (Lucas 24: 32).

Finalmente se cierra el relato indicando que los discípulos luego de su encuentro con Jesús y llenos de esperanza retornan a Jerusalén. Descubren que la alegría de la resurrección es una alegría que moviliza y que debe ser compartida con todos los demás discípulos que estaban en Jerusalén ocultos resguardándose del peligro de la muerte. La Jerusalén permeada por la cultura de la muerte es el escenario a donde los discípulos de Emaús deben dirigirse para llevar la alegría esperanzadora que encontraron en Jesús, al verse acompañados por él y al reconocerle al partir el pan.

 

Surge así el último movimiento del estilo pedagógico de Jesús Maestro: promover la construcción de un mundo nuevo. El educador católico descubre en este cierre del texto la respuesta en plenitud a la pregunta del para qué se educa. El educador católico descubre que Jerusalén es el símbolo de la violencia, el consumismo, la relativización de los valores, de la lucha por la supervivencia, de la violación de los derechos humanos, de la corrupción política y social, del desgaste arrasador de los recursos naturales, de la lucha por el poder y los primeros puestos, de la sobrevaloración del mercado. En síntesis, es símbolo del sufrimiento humano, del alejamiento del proyecto de Dios. Pero al mismo tiempo logra identificar que su misión tiene sentido en la medida en que es capaz de ayudar a sus estudiantes a abrir los ojos para que asuman con libertad y autonomía el compromiso por la construcción de un mundo nuevo.

  A la luz de los movimientos constitutivos del estilo pedagógico de Jesús Maestro conviene y se nos exige como escuela católica en Colombia, como colegios afiliados a CONACED, qué tanto nos acercamos o nos alejamos de este estilo bien definido: ¿Qué prácticas pedagógicas identifico en mi colegio que evidencian que todo proceso está dinamizado por la pedagogía de Jesús? ¿Estoy preocupado por un verdadero proceso de humanización en mi colegio, más allá de los intereses y preocupaciones por los resultados académicos? ¿Establezco un dialogo cercano y directo con la realidad que circunda mi colegio, la de mis estudiantes y sus familias con el currículo que junto a los educadores construyo? ¿Promuevo junto a los estudiantes y sus familias la construcción de un currículo que responda a sus intereses y necesidades conectado con la realidad circundante? ¿Propicio espacios para la escucha atenta de los educadores, las familias y los estudiantes? ¿Qué prácticas lo reflejan? ¿Promuevo la construcción de un clima fraterno y acogedor para el desarrollo de las diferentes iniciativas de los estudiantes y de los educadores? ¿Promuevo el espíritu crítico, así como la autonomía para optar libremente por los valores del Reino? ¿Promuevo desde todos los ámbitos el compromiso con la construcción de un mundo nuevo?

Que estas y otras preguntas se conviertan en el insumo no solo para la expedición sino para una reflexión al interior de nuestras comunidades educativas desde el carisma particular en coherencia con la invitación del Papa Francisco: “Os animo a renovar vuestra pasión por el hombre - ¡no se puede enseñar sin pasión! - en su proceso de formación y a ser testigos de vida y esperanza. Jamás, jamás cerrar una puerta, abridlas todas de par en par, para que los estudiantes tengan esperanza” (Papa Francisco. Citado por Otero, 2018. P. 53).

 

Referencias

Bergoglio, Jorge Mario (2004). Mensaje del cardenal Jorge Mario Bergoglio, Arzobispo de Buenos Aires a las comunidades educativas, 21 de abril de 2004.

Otero, Herminio (2018). Queridos Educadores. Protagonistas de una nueva educación. Discursos y mensajes del papa Francisco en sus encuentros con los educadores y sus claves sobre la educación. Morelia, Mexico. SM PPC.

Papa Francisco (2014). Evangelii Gaudium. La alegría del Evangelio. Lima, Perú. Comisión Episcopal de acción social.

Peresson, Mario (2012). A la escucha del maestro: Ensayo de pedagogía cristiana. CIEC. Bogotá.

Peresson, Mario (2004). Evangelizar educando desde las áreas del Currículo. Ediciones Salesianas. Bogotá.

Silva, Arturo y Peña Javier (2018). Escuela Terapéutica, liberadora y feliz: Herramienta para construir una verdadera paz. Grafismo. Bogotá.

 


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