Auxilio... ¡Se queman nuestras selvas!

 


Por: Camilo E. Rodríguez F.
cerofe0306@gmail.com

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En mayor o menor medida todos hemos conocido la preocupante situación que enfrentan actualmente nuestras selvas de la Amazonía y la Orinoquía. Miles de hectáreas se queman desde hace meses ante la mirada indiferente de quienes conformamos la sociedad civil y, lo que es igual o peor, ante la actitud paquidérmica de los gobiernos locales y nacional para tomar medidas urgentes que reversen lo que está pasando.

En definitiva, a nadie pareciera importarle; y quienes por alguna razón se involucran bien sea para denunciar, para reclamar o para intentar solucionar desde sus propios esfuerzos la crisis que enfrentamos, terminan muchas veces siendo tildados de subversivos y enemigos del progreso. Se trata del lastre que aún tienen que seguir cargando aquellos que sueñan y luchan diariamente con un mejor país desde una lógica distinta, desde la ética del cuidado.

Entonces, a pesar de los graves efectos que este tipo de acontecimientos trae para la propia humanidad, las gentes en las ciudades continuamos sumergidos en las absorbentes dinámicas de vida sin siquiera cuestionarnos acerca de las razones de fondo, de los actores involucrados y de los intereses que están en juego y que propician este tipo acciones desafortunadas. ¿Acaso no sería este un asunto interesante de abordar en el ámbito curricular de nuestras escuelas en las áreas de ciencias sociales y ciencias naturales a través del trabajo por proyectos?

Es claro que el ámbito escolar no es exclusivamente el escenario en el que las problemáticas que como sociedad enfrentamos deben y/o puedan resolverse. Mal haríamos en pedirle a los niños y niñas que asisten a las aulas, que tomen medidas que solucionen aquello que no hemos sido capaces, como adultos, de enfrentar y remediar por años. Sin embargo, la escuela si es el escenario en el que se afianzan los valores, se fortalece el pensamiento crítico y se desarrolla esa sensibilidad en relación al cuidado de la vida en todas sus expresiones, de allí que se haga necesario que este tipo de acontecimientos sean observados y estudiados con detenimiento. ¿Si como escuela no lo hacemos, quién más lo hará?.

Para posibilitar el acercamiento de nuestros niños a esta terrible problemática actual a través del desarrollo de proyectos de aula, como se sugería anteriormente, quisiera proponer algunas preguntas como punto de partida simplemente. En cada colegio, se podrán hacer las adecuaciones pertinentes. Algunas de ellas podrían ser: ¿Qué es realmente lo que está pasando en la Amazonía y la Orinoquía Colombiana? ¿Qué tan grave es? ¿Cuáles son los efectos de esta problemática en la población y para nuestra biodiversidad? ¿Qué especies se están viendo afectadas principalmente? ¿Qué actores se encuentran involucrados en la promoción de este tipo de acciones? ¿Qué papel juegan? ¿Qué medidas podemos tomar para mitigar esta problemática?

En este ejercicio, puede ayudarnos esta publicación de El Tiempo, en donde actores de primera mano, nos narran lo que tristemente está pasando hoy en nuestras selvas y lo que está en juego:



De igual manera, el documental: Amazonía, una selva que arde nos ayuda a esclarecer aún más el panorama y principalmente a identificar los factores que están en juego en esta problemática, ampliando de esta manera nuestra perspectiva:



De otra parte este cortometraje del año 2019 nos muestra a través de imágenes la magnitud del despiadado proceso de maltrato y de cambio del uso del suelo en nuestras selvas:

 


Este otro reportaje, alineado con los demás, ahonda en la diversa y   desconocida riqueza en cuanto a flora y fauna de nuestra selva amazónica:



Finalmente, esta breve noticia sirve para reafirmar algo que ya debería estar arraigado en nuestras mentes y en nuestro corazón: Todo está conectado, y que, por lo tanto, aunque este desastre ocurre a cientos de kilómetros de donde vivimos, sufriremos sin lugar a dudas sus efectos en el corto, mediano y largo plazo.



Juzgar

Ante esta dramática realidad quisiera evocar este fragmento de la Carta Encíclica Laudato Si´, del cual no pretendo hacer comentario alguno. El interés se centra en invitarlos a meditarlo profundamente y a contrastarlo con la realidad que describen a la perfección los videos ya indicados. Para ello propongo las siguientes preguntas: ¿Qué sentipiensas al leerlo y al observar la realidad de nuestras selvas colombianas? ¿Qué llamados descubres en tu interior? ¿Cómo responder a esos llamados?

“El principio de maximización de la ganancia, que tiende a aislarse de toda otra consideración, es una distorsión conceptual de la economía: si aumenta la producción, interesa poco que se produzca a costa de los recursos futuros o de la salud del ambiente; si la tala de un bosque aumenta la producción, nadie mide en ese cálculo la pérdida que implica desertificar un territorio, dañar la biodiversidad o aumentar la contaminación. Es decir, las empresas obtienen ganancias calculando y pagando una parte ínfima de los costos. Sólo podría considerarse ético un comportamiento en el cual «los costes económicos y sociales que se derivan del uso de los recursos ambientales comunes se reconozcan de manera transparente y sean sufragados totalmente por aquellos que se benefician, y no por otros o por las futuras generaciones». La racionalidad instrumental, que sólo aporta un análisis estático de la realidad en función de necesidades actuales, está presente tanto cuando quien asigna los recursos es el mercado como cuando lo hace un Estado planificador”. LS 195




Actuar

Ya he sugerido que una de las maneras en que los colegios pueden implicar a los niños y jóvenes en la crisis que enfrentan las selvas de la Amazonía y la Orinoquía es el desarrollo de proyectos transversales adaptados a la edad de los protagonistas. Pero he aquí algunas otras alternativas:

  • Orar por lo que acontece en nuestras selvas colombianas. Por la conversión ecológica de aquellos que provocan directa o indirectamente este tipo de acciones.
  • Permanecer al tanto de lo que acontece. La indiferencia frente a estos hechos es algo que debemos superar.
  • Reclamar, desde las voces de los niños, acciones del gobierno nacional frente la a la problemática para que haya una mayor incidencia. Al respecto podrían organizarse campañas de movilización, incluso en el mismo colegio, que involucren a los medios de comunicación.
  • Unido a lo anterior, suscitar estrategias de comunicación local dirigidas a atraer las miradas de la comunidad internacional frente a esta grave crisis.
  • Dado que en muchos de nuestros colegios estudian hijos o familiares de reconocidos personajes de la vida pública y política de nuestro país, acudir a su apoyo para viralizar el llamado de los niños al gobierno nacional para tomar medidas urgentes frente a esta crisis. El apoyo de este grupo de personas ayudará a movilizar a más personas.
  • Visibilizar a través de nuestras redes sociales las denuncias y las acciones que muchos líderes -niños y comunidades- vienen realizando de tiempo atrás.
  • Mantener el interés por esta problemática. La inconstancia hace improductiva cualquier de las anteriores iniciativas.
  • Vincular a la empresa privada a través de sus oficinas de responsabilidad social en la articulación de acciones en favor de nuestras selvas, desde el protagonismo de nuestros niños y niñas.
  • Por encima de todo lo anterior, darse a la tarea de escuchar las voces de los niños quienes con mayor creatividad y compromiso podrán suscitar acciones que mitiguen en gran medida lo que acontece en nuestras selvas de tiempo atrás. Eso es hacer Pacto Educativo, eso es pensar en los futuros de la educación, eso re imaginar la escuela.

So pena de que estas alternativas que propongo para que pasemos de una actitud indiferente o pasiva, a una más profética, proactiva, participativa y comprometida puedan parecer utópicas, simples, repetitivas o nada novedosas; debo decir que prefiero hacer este ejercicio reflexivo para inspirar a los colegios católicos a virar su barco hacia estas, para muchos, lejanas tierras de nuestra geografía nacional que claman desesperadamente que se detenga desangre, antes que seguir en la comodidad del sofá balconeando mi fe y viendo cómo todo pasa a mi alrededor.

Desde luego que en mi proceso de conversión ecológica personal debo seguir indagando por mejores maneras de ayudar a enfrentar esta realidad, porque la conversión no puede detenerse aquí, siempre habrá más por hacer. Es el impulso que surge en la vida de todo educador católico que vive a plenitud el encuentro con Jesús. Ya lo decía el Papa Francisco el pasado domingo 6 de febrero de 2022 en su Ángelus: “Con Jesús se navega por el mar de la vida sin miedo, sin ceder a la decepción cuando no se pesca nada, y sin ceder al no hay nada más que hacer”.


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