Campaña por el consumo responsable del agua en los colegios

 


Por: Camilo E. Rodríguez F. - cerofe0306@gmail.com

Las advertencias, las alertas o los llamados vienen de manera reiterativa por lo menos a partir de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el medio ambiente humano, celebrada en Estocolmo en 1972 y desde el desarrollo del Seminario Internacional de educación ambiental de Belgrado en 1975: Debemos preservar los recursos naturales de la tierra incluidos el agua, la tierra, el aire, la flora y la fauna en beneficio de las generaciones presentes y futuras (Naciones Unidas, 1972. Principio 2). En el contexto actual en que enfrentamos las fuertes consecuencias de la presencia del fenómeno del niño en Colombia, dicho llamado debe resonar aún más en nuestras mentes y conciencias.

Lo anterior por cuanto hemos observado con preocupación las grandes quemas que se han ocasionado en diversas regiones del país. Contemplamos cómo las llamas van destruyendo todo a su paso indiscriminadamente y sin temor alguno. En esos lugares divisamos que con el paso del tiempo el fuego se va fortaleciendo para mostrar a todos su ímpetu, su alevosía, su poder destructor. ¿Acaso tiene conciencia de lo que está ocasionando con su desaforado avance? ¿Acaso disfruta y se deleita ante su poder destructor, el hermano fuego? Por su puesto que no. Él solo crece y crece sin cesar ante la impotencia de quienes más con la esperanza en un milagro, que con los instrumentos suficientes y la velocidad requerida intentan extinguirle. Me atrevo a pensar que él mismo en su interior se une al clamor de quienes lo ven de cerca y pide al cielo el milagro de la lluvia para detenerse, para huir de ese lugar, para desaparecer de allí y hacer presencia, mejor, en aquellos sitios en los que se requiere para dar luz, para dar calor y cobijar, para ayudar contribuir en la cocción de los alimentos de cualquier otro grupo humano. 

Para el caso de Bogotá, las declaraciones del alcalde, aunque un tanto alentadoras por cuanto señaló que las quemas de los cerros orientales estaban en un alto porcentaje controladas; al mismo tiempo no dejan de ser alarmantes precisamente porque al parecer, el origen de una de las conflagraciones fue justamente el calor que se originó por una botella abandonada; no se sabe hace cuánto tiempo. ¡Es inaudito que seamos así de decididamente despreocupados respecto de nuestro rol de protectores de la naturaleza!. 

Alarma que estos hechos se hayan presentado en diferentes lugares del país, según nos enteramos por los medios: Nemocón, Medellín, Boyacá, Pamplona, Santander; como en otros lugares de los que los medios de comunicación difícilmente hablan quedando así estas tragedias invisibilizadas para quienes no vivimos allí dada la falsa premisa que nos rige hoy de que lo que no se comunica, no existe; pero que son (tristemente) reales para quienes por el contrario las padecen de cerca. 



Genera nostalgia y una gran sensación de frustración observar que muchas de estas quemas se han concentrado en los páramos del país como en el caso del páramo de Santurbán y de Berlín en Santander, de Ocetá,  Siscunsí y Mamapacha en Boyacá entre muchos otros. Recordemos que los páramos son ecosistemas únicos en el planeta que contribuyen a la provisión de agua, la lucha contra el cambio climático y la regulación del clima. En ese sentido cumplen una función vital en la provisión de agua para las quebradas y ríos; que a su vez proveen el agua que todos nosotros consumimos, pero también malgastamos, en nuestros hogares. 

Por consiguiente, es sencillo vislumbrar que la consecuencia evidente de todo este proceso de quema de los páramos sea la disminución del agua. Se trata de un problema gravísimo. Hagámonos todos la pregunta: ¿Podemos pensar en una vida sin agua? ¿Qué pasaría con todas las especies? ¿Qué pasaría con los alimentos?... Plantearnos estas y otras preguntas nos ayudarán a percatarnos de lo complejo de esta problemática sin olvidar que esta realidad está más presente de lo que pensamos en los territorios de nuestra patria en las que simplemente no hay agua.

Entonces esto que observamos alrededor de las quemas de los páramos debe estremecernos, hacernos tomar conciencia del llamado que viene haciendo las Naciones Unidas desde 1972, pero además debe movilizarnos. Debemos preservar y cuidar urgentemente los recursos que son vitales para nuestra existencia como son los páramos y el agua (pero así todos los demás y la vida misma en su integralidad). Entre más pase el tiempo y descuidemos este llamado, las consecuencias serán más catastróficas, no solo para quienes habitamos hoy la tierra, sino para las generaciones que nos sucederán y las demás especies. 

No podemos quedarnos de brazos cruzados viendo cómo todo pasa, balconeando la realidad como el Papa Francisco muchas veces ha denunciado. Cada vez más se hace necesario que todos nos involucremos activamente en iniciativas sostenidas en el tiempo que ayuden a prevenir y a mitigar este tipo de situaciones, como las quemas que estamos observando. Por su puesto, para que sea efectivo, se trata de iniciativas articuladas a otros actores y desarrolladas de manera sistémica.

Lo anterior, como ha dicho el Papa, supone un cambio de cultura. Se trata especialmente de instaurar a fuerza de testimonio de vida la cultura del cuidado de la vida. En ello la educación, los colegios, los educadores tienen una gran responsabilidad. Es por eso que retomando el llamado de la UNESCO, atendiendo a la urgencia que estamos viviendo; pero especialmente con el firme deseo de motivar cada vez más un cambio de nuestros hábitos de consumo y nuestro estilo de vida; queremos promover en los colegios, una campaña del consumo responsable del agua. Se centrará no solo en los estudiantes y sus familias, sino especialmente en el grupo de funcionarios de las instituciones, movidos precisamente por el deseo de que sea a través del ejemplo y la coherencia de vida como los colegios continúen formando a las nuevas generaciones en esa conciencia de la problemática ambiental. En dicha campaña proponemos a los colegios acciones como estas:    


1. Regar las plantas en horarios de menor evaporación (De madrugada o en las noches). Mucho mejor si se hace con agua reutilizada, por ejemplo, con aquella que se usó para el lavado de las frutas y verduras en el restaurante.

2. Evaluar la frecuencia en el lavado de ventanas, paredes y otros a fin de disminuir el consumo de agua. Especialmente podemos revisar la frecuencia en el lavado de los pisos: ¿Podemos disminuirla un poco?.

3. Revisar el estado de los sanitarios y grifos, a fin de realizar las adecuaciones necesarias para evitar filtraciones. También aquí conviene cambiar los grifos de los lavamanos por aquellos que se usan a presión para que arroje el agua. En este caso, a su vez, hay que evaluar si los que ya se tienen con este sistema derrochan agua (Sucede que se presionan pero tardan mucho tiempo en cerrarse).

4. Promover entre toda la comunidad educativa que cualquiera que se percate, notifique eventuales rupturas o fugas de agua.

5. Disminuir la frecuencia en el lavado de los buses y/o rutas escolares. Al lavarlos evitar el uso de mangueras que no puedan fácilmente cerrarse ya que aumentan el desperdicio del agua.

6. Ajustar el nivel de descarga del agua en sanitarios, en cuanto sea posible.

7. Asignar a un responsable del cuidado de los baños al finalizar los descansos de los estudiantes. Una especie de vigía que corrobore que no existan filtraciones o llaves abiertas.

8. De cara a los estudiantes y sus familias, podemos insistir en que se emplee menos agua en el baño o ducha diaria. ¿Acaso en un caso extremo, como sucedió en las guerras mundiales, no es esto lo que finalmente ocurre; es decir, que el consumo de agua deba restringirse al máximo?.

9. Recordar la importancia de lavarse las manos de la mejor manera, pero evitando el despilfarro de agua.

10. Motivar para que muchas de las prácticas que aquí se han insinuado, se promuevan en los hogares. Por ejemplo, será muy valioso que la frecuencia en el lavado de los vehículos familiares se disminuya: ¿Cada 20 días? ¿Cada mes? ¿Cada dos meses?.

11. Realizar una medición antes de iniciar este proceso y una medición posterior al ejercicio a través del recibo del agua. Esto nos ayudará a tomar conciencia del ahorro y consumo responsable que se ha generado con la participación de todos. Celebremos que estamos cumpliendo el propósito de disminuir el consumo o sigamos ajustando las medidas.

12. Esta última te corresponde a ti: ¿Qué otra acción podemos promover en los colegios?

Como ya se expresó, la problemática en relación a la escasez de agua es grave. Urge que tomentos medidas severas para ayudar en la mitigación. Los colegios, que tenemos el poder de formar en la conciencia ambiental y en ayudar a construir la cultura del cuidado, tenemos mucho por hacer. Todos en adelante, a lo largo de nuestras vidas debemos ser vigías del cuidado del agua. Y contribuiremos a ello, no solo a través de las áreas del currículo; sino especialmente a través del testimonio en la gestión de los colegios. 













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