Cuando caemos en la desesperanza.

Cuando caemos en la desesperanza.

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Percibo que el maestro Católico, y más en la actualidad, es un instrumento de Dios llamado a ser luz y esperanza para muchos niños y jóvenes e incluso a familias enteras. En esa medida su alegría y testimonio de Dios en su vida es la fuente principal de esperanza que lo lleva a entregarse por entero a la labor excediendo muchas veces los límites y fronteras de tiempo y espacio (Garrido, 1992). Pero... ¿qué sucede cuando el maestro, que debe ser esperanza, cae en la desesperanza? ¿Qué ocurre cuando pierde sus fuerzas y desalentado quiere renunciar? Cómo mantenerse en pie mirando al horizonte, hacia dónde debe dirigirse, pero con los pies en la tierra junto a sus discípulos?. Vaya tarea!.

En ese punto lo más importante es recordar que la misión de un educador católico se fundamenta en la misión de la Iglesia misma; que a su vez le viene heredada por el mismo Jesucristo. Se trata entonces de la evangelización a través de la educación de los niños y niñas que le son confiados año tras año. En esa misión (la de evangelizar) es donde radica la fortaleza para esos momentos de desesperanza a ejemplo de Jesús, quien a pesar de su golpeada travesía por este mundo no desfalleció; sino que supo mantenerse en pie. Fue la promesa del Reino de Dios lo que lo mantuvo firme en su misión. Parece contradictorio, pero en la misma razón de la desesperanza (de su entorno) encontró el apoyo para anunciar la esperanza en especial a los más necesitados: 


El proyecto del Reino de Dios tal como Jesús lo concebía y proclamaba, representaba un fulgurante destello de esperanza, una buena noticia fundamental que anunciaba la inaugüración de una nueva era, la llegada de los tiempos mesiánicos. Este es el testimonio fundamental e incontrovertible, aun desde el punto de vista histórico que nos trasmiten los Evangelios. En efecto, al adentrarnos en ellos constatamos que Jesús de Nazareth centró la totalidad de su vida en la tarea de proclamar y hacer presente, mediante signos históricos, la Buena y esperanzadora noticia del Reino de Dios. (Peresson, 2010, p. 26).   
A ejemplo del Jesús histórico nuestra realidad circundante donde persiste la violación de derechos, el excesivo nivel de corrupción, el daño permanente al medio ambiente así como el abuso del pobre y necesitado, entre muchas otras cosas; es la que debe mantenernos dispuestos a darlo todo y mantener vivo el ideal por un mundo nuevo que se construirá a partir de una buena educación en donde está incluido también el anuncio del Reino de Dios. 

Esta pequeña propuesta de oración puede servir a muchos de ustedes cuando perciban lo que anteriormente describí... cuando sientan que la desesperanza, en estos tiempos calamitosos, se apoderan de ustedes; y cuando sienta que el trabajo por el Reino desde la misión educadora no tiene sentido. Espero que les agrade.


Creo en Dios que me ha llamado personalmente para ser educador en la Escuela.
Creo en la persona y creo en la función positiva de la educación.
Creo, y me siento inserto como miembro en una comunidad cristiana.
Creo que puedo esclarecer en la escuela un diálogo enriquecedor entre la fe y la cultura
Creo que soy un miembro participativo en la Comunidad educativa.
Creo en mi formación personal, integral y permanente.
Creo que debo ser lo que soy, coherente y transparente: vivir lo que enseño y enseñar lo que vivo. 

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Referencias


Garrido, J. (1992). Ni santo ni mediocre. Navarra, España: Verbo Divino.

Peresson, M. (2010) Educar con el corazón. Bogotá, Colombia: Librería                       Salesiana.

{Fotografía de Camilo Rodríguez}. (Bogotá. 2012). Ángeles y demonios. Archivo         personal, Bogotá, Colombia. 








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