Cuando caemos en la desesperanza.
Cuando caemos en la desesperanza.
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En ese punto lo más importante es recordar que la misión de un educador católico se fundamenta en la misión de la Iglesia misma; que a su vez le viene heredada por el mismo Jesucristo. Se trata entonces de la evangelización a través de la educación de los niños y niñas que le son confiados año tras año. En esa misión (la de evangelizar) es donde radica la fortaleza para esos momentos de desesperanza a ejemplo de Jesús, quien a pesar de su golpeada travesía por este mundo no desfalleció; sino que supo mantenerse en pie. Fue la promesa del Reino de Dios lo que lo mantuvo firme en su misión. Parece contradictorio, pero en la misma razón de la desesperanza (de su entorno) encontró el apoyo para anunciar la esperanza en especial a los más necesitados:
El proyecto del Reino de Dios tal como Jesús lo concebía y proclamaba, representaba un fulgurante destello de esperanza, una buena noticia fundamental que anunciaba la inaugüración de una nueva era, la llegada de los tiempos mesiánicos. Este es el testimonio fundamental e incontrovertible, aun desde el punto de vista histórico que nos trasmiten los Evangelios. En efecto, al adentrarnos en ellos constatamos que Jesús de Nazareth centró la totalidad de su vida en la tarea de proclamar y hacer presente, mediante signos históricos, la Buena y esperanzadora noticia del Reino de Dios. (Peresson, 2010, p. 26).A ejemplo del Jesús histórico nuestra realidad circundante donde persiste la violación de derechos, el excesivo nivel de corrupción, el daño permanente al medio ambiente así como el abuso del pobre y necesitado, entre muchas otras cosas; es la que debe mantenernos dispuestos a darlo todo y mantener vivo el ideal por un mundo nuevo que se construirá a partir de una buena educación en donde está incluido también el anuncio del Reino de Dios.
Esta pequeña propuesta de oración puede servir a muchos de ustedes cuando perciban lo que anteriormente describí... cuando sientan que la desesperanza, en estos tiempos calamitosos, se apoderan de ustedes; y cuando sienta que el trabajo por el Reino desde la misión educadora no tiene sentido. Espero que les agrade.
Creo en Dios que me ha llamado
personalmente para ser educador en la Escuela.
Creo en la persona y creo en la
función positiva de la educación.
Creo, y me siento inserto como
miembro en una comunidad cristiana.
Creo que puedo esclarecer en la
escuela un diálogo enriquecedor entre la fe y la cultura
Creo que soy un miembro
participativo en la Comunidad educativa.
Creo en mi formación personal,
integral y permanente.
Creo que debo ser lo que soy,
coherente y transparente: vivir lo que enseño y enseñar lo que vivo. ________________________
Referencias
Garrido, J. (1992). Ni santo ni mediocre. Navarra, España: Verbo Divino.
Peresson, M. (2010) Educar con el corazón. Bogotá, Colombia: Librería Salesiana.
{Fotografía de Camilo Rodríguez}. (Bogotá. 2012). Ángeles y demonios. Archivo personal, Bogotá, Colombia.
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