Resignificar los espacios de la pastoral educativa

 


Autor: Camilo E. Rodríguez F[1]

Después de un periodo marcado por la incertidumbre[2] (algo que aún hoy se mantiene) hemos visto como algunos colegios con desconfianza y escepticismo, y otros con convicción y tesón han estado reabriendo sus aulas para acoger nuevamente a los niños y adolescentes, y al mismo tiempo, a sus familias.

Para cualquiera de los dos casos, este proceso ha significado una serie de esfuerzos, reuniones programáticas, encuentros, toma de decisiones e inversiones para garantizar un apropiado y feliz retorno a clases presenciales bajo el modelo de alternancia.

En ese contexto, aunque con seguridad los colegios habrán reflexionado lo suficiente, aparece un gran peligro latente y es el hecho de retornar a las aulas bajo las mismas prácticas pedagógicas y/o dinámicas escolares que se llevaban a cabo antes de este periodo de pandemia, como si nada hubiera pasado. Vale la pena, amigo lector, que cada uno se pregunte antes de proseguir: ¿Acaso es esta mi situación?

El peligro consiste precisamente en el hecho de que los aprendizajes obtenidos durante este periodo hayan sido de forma y no de fondo y que por ende estemos asistiendo simplemente, en este periodo de alternancia, al uso cosmético o instrumental de las herramientas que la Escuela En Casa permitió a los educadores conocer y apropiarse; pero manteniendo aún hoy las mismas concepciones pedagógicas de otrora y/o las mismas estructuras presentes desde antes de que irrumpiera en la educación, toda esta oleada de cambios en los procesos de aprendizaje a que fue sometida la escuela con la llegada del COVID-19. Y aquí nuevamente una pregunta para usted amigo lector: Después de este periodo de la Escuela En Casa ¿Qué cambios ocurrieron en sus concepciones o compresiones de la educación y los procesos que esta implica? ¿Qué cambios se han suscitado en sus prácticas educativas a partir de estas nuevas comprensiones?

Para cualquier educador es claro que este periodo de pandemia se convirtió en el momento histórico que aceleró la implementación de una serie de transformaciones en el mundo educativo, que ya venían exigiéndose y adelantándose en el marco de la cuarta revolución industrial y el advenimiento de la sociedad 5.0 [3], en especial, todos aquellos relacionados con el uso de la tecnología y su impacto en los procesos de aprendizaje. Pero principalmente debe considerarlo como una oportunidad de oro para suscitar un proceso de metamorfosis (dado que los chicos esperan retornar a una escuela diferente) partiendo de la reflexión en torno al valor de la escuela hoy, el papel de los educadores, la importancia de la relación maestro – alumno, la configuración de los espacios educativos, las formas de distribución del tiempo escolar, las nuevas dinámicas en la relación familia – escuela, la función de la evaluación, etc.

Se trata entonces de dar respuesta a la pregunta por el significado de cada uno de los elementos anteriormente referidos. La pregunta por el significado nos remite a lo importante, a nuestra razón de ser, al sentido más profundo de nuestra pastoral educativa. No podemos empezar (o continuar) un año escolar sin previamente preguntarnos por el significado de todo cuanto hacemos en la escuela o correremos el riesgo de quedar obsoletos para el corazón de nuestros chicos, porque “por muchas razones, nos hemos desconectado del sentido de nuestro quehacer, se han automatizado nuestros actos, nos ha inundado un activismo alienante, donde perdemos de vista lo importante, lo esencial” (Hirmas y Cisternas, 2020, p. 6).

Este proceso al que invito, el de repensar el significado, dista mucho de una reafirmación aquietante de lo que ya conocemos y de lo que siempre hemos hecho “lo estamos haciendo bien”, porque corremos el riesgo de conformarnos y de creer que no hay nada susceptible de cambiar (de raíz). Tampoco se trata de profundas pero interminables reflexiones que sucumben ante la velocidad vertiginosa del día a día. De lo que se trata es de ir incluso más allá del actual significado (que hemos dado a los factores ya enlistados). Es justamente la invitación central de este texto: se trata precisamente de resignificar, de dar un nuevo sentido a los espacios con que ya contamos y que acogen diariamente a los estudiantes (el patio, los pasillos, la biblioteca, las redes sociales, las aulas, los juegos, los jardines, etc.) y al mismo tiempo, a las relaciones que se tejen en la cotidianidad de la escuela (relación educador – estudiante, conocimiento – estudiante, estudiante – estudiante, familia – colegio, conocimiento – evaluación – aprendizaje, etc.) porque:

La escuela no es un edificio sino una relación, una relación de múltiples relaciones que se han ido transformando en el transcurso de la historia. Es un tejido, donde todos construyen su visión del mundo, donde los que recién llegan van mirando aquí y allá, preguntándose, conversando con los otros, con los libros, con los teléfonos, los computadores y todo lo que circunda (Hirmas y Cisternas, 2020, p. 10).

Resignificar es “volver a significar”, volver a pensar (los espacios, las dinámicas, las experiencias, las relaciones, etc.) para cambiar y/o transformar. Implica mejorar lo ya existente desde la autorreflexión como cuerpo colectivo de educadores, desde la compresión de las dinámicas actuales presentes en el ámbito educativo particular, para hallar las razones por las cuales los propósitos establecidos en principio se están o no alcanzando. Es atreverse a dar una “respuesta pedagógica renovada para mejorar el proceso educativo” (Berrio, 2019, p. 259). Se trata también de revalorizar, dar el lugar que corresponde, es recrear, suscitar nuevas experiencias, es dar un sentido nuevo que responda a la nueva realidad. Por eso, en definitiva:

 Desde la perspectiva del rol docente, la resignificación es una oportunidad para repensar nuestras prácticas y desarrollar un trabajo articulado que haga sentido en la vida de nuestros estudiantes, en lo individual y en lo colectivo. Este es un tiempo que invita a documentar, ensayar hipótesis, probar por otro lado (Hirmas y Cisternas, 2020. p. 10).

Dicho proceso debe estar presente en cada una de las dimensiones de toda escuela con la participación de padres, estudiantes, educadores, directivos y comunidad; a saber: a nivel directivo y administrativo, a nivel pedagógico–académico y didáctico, a nivel administrativo y financiero, finalmente a nivel de proyección a la comunidad.

En esta misma línea vale recordar que el Papa Francisco nos ha invitado a ser Iglesia en salida. Aplicándolo a nuestro contexto educativo, podemos decir que estamos llamados a ser colegios en salida. Precisamente, esta crisis que nos envolvió, nos mostró la urgente necesidad y premura con que debemos salir al encuentro de nuevas realidades, situaciones, condiciones y sujetos del mundo actual para acompañar y para suscitar esperanza. Se trata entonces de leer de manera diferente cada acontecimiento de la escuela, todo cuanto hacemos, desde la pastoral educativa. Se trata de no rutinizar los momentos, los espacios, los encuentros, las relaciones que se suscitan en el ámbito escolar. Es tener siempre presente la razón de ser de todo cuanto hacemos: la construcción de una persona nueva, capaz de un mundo nuevo. Pero al mismo tiempo, se trata de explorar otros caminos, buscar nuevos patios, nuevos puntos de encuentro, nuevas oportunidades de acercamiento a la realidad de los niños, los jóvenes, sus familias y los maestros.

Algunos elementos que podrían orientar este proceso de resignificación de los espacios de la pastoral educativa podrían ser:

-       Garantizar un PEI contextualizado que responde a las nuevas exigencias de un mundo globalizado.

-       Considerar mecanismos de acompañamiento afectivo de los niños y jóvenes incluso por encima de la preocupación por los resultados académicos.

-       Garantizar la participación de los niños y jóvenes en los procesos de resignificación que se gesten al interior.

-       “Gestionar el currículo dando lugar a la diversidad de contextos y de estudiantes sin generar desigualdad o exclusión” (Hirmas y Cisternas, 2020, p. 25).

-       Acercamiento a la comprensión de las nuevas realidades y lenguajes juveniles como mediación para el desarrollo de procesos que vinculen e impacten sus vidas.

-       Promover y garantizar renovadas maneras de vinculación de la familia en el proceso de formación de los niños y jóvenes.

-       Fortalecer los espacios de interacción, acercamiento, conocimiento de grandes y chicos como forjadora de una cultura del encuentro desde el arte, la música, la danza, el deporte, entre muchos otros elementos.

Precisamente acogiendo estos elementos se desarrolló el V Encuentro de Pastoral Educativa: Resignificar y explorar los espacios de la pastoral, el cual se desarrolló en tres jornadas los días 10, 17 y 24 de febrero. Al término de este proceso formativo se concluyeron los siguientes elementos en torno a la resignificación de la escuela, pero de manera particular, a la resignificación de tres espacios educativos que a veces pasan a un segundo plano, a juzgar por los docentes a los que se les asigna su dirección u orientación en varios colegios (se asigna muchas veces para completar la carga horaria de los educadores) y la financiación que reciben para el desarrollo de los proyectos que de ellos se derivan. Estos espacios son: los medios de comunicación, el arte, el deporte. Desde esta reflexión que estoy llevando a cabo, la resignificación, considero que son elementos fundamentales para considerar en el marco de este proceso, dado su valor formativo y su contribución en el desarrollo integral de la persona humana; algo que sin duda debe seguirse profundizando y transformando en las escuelas:

 1.    Resignificar los medios de comunicación y la tecnología como espacios para acompañar


El Papa Francisco nos ha dicho que nuestro valor no se medirá por los resultados que obtengamos en las pruebas estandarizadas, sino por la capacidad de tocar los corazones de aquellos niños y jóvenes con quienes a diario compartimos. Nuestra principal preocupación, en sintonía con el llamado a fortalecer al Pacto Educativo Global, es por poner a la persona en el centro de todo proceso educativo. Y por persona entendemos no solo a los estudiantes, sino a sus familias que hoy de manera especial atraviesan enormes dificultades a nivel de sus relaciones, a nivel económico, a nivel emocional. Se nos exige en este contexto suscitar iniciativas, estrategias y mecanismos que nos permitan acompañar. Acompañar es hoy una de las mayores urgencias educativas que se plantea a los colegios y, justamente, en los medios de comunicación se encuentra una oportunidad valiosa para ello. Es ella, la tecnología, los medios de comunicación con que cuenta cada colegio, una oportunidad para crear puentes, tender la mano, acercar, convocar, fortalecer la fraternidad. Es una oportunidad para trascender como colegios, para ampliar nuestro marco de acción, nuestro de nivel de impacto. De la creatividad e interés que desde la pastoral educativa se asigne a este hecho, dependerán los frutos. 

Se trata de pasar de ser generadores de contenidos fríos y distantes (a través de nuestras medios de comunicación como la página web, los portales, las redes sociales, etc.), a suscitar posibilidades de encuentro y de acompañamiento (desde las mismas posibilidades que poseen estos medios) para suscitar esperanza en un contexto de miedo, angustia, dolor y rechazo del otro. Basta, para ser conscientes de ello, una mirada a la realidad de los hogares de nuestras familias: personas sin empleo, con quebrantos de salud, extrañando su familia, viviendo duelos, pensando en cómo subsistir, buscando empleo. Niños y jóvenes pasando largas horas en la soledad de su habitación , abuelos olvidados... ¿No es acaso suficiente motivación para resignificar los medios de comunicación de los colegios y transformarlos en escenarios para el acompañamiento? Que en ese sentido las palabras del Papa resuenen en nuestros corazones: "El valor de nuestras prácticas educativas no se medirá simplemente por haber superado pruebas estandarizadas, sino por la capacidad de incidir en el corazón de una sociedad y dar nacimiento a una nueva cultura", y para lograr incidir, tocar el corazón y ser significativos en la vida de nuestros estudiantes, sus familias y la sociedad; hoy más que nunca debemos estar presentes, debemos acompañar.


2.    Resignificar el arte como mediación para crecer en humanidad


Se trata de un lenguaje ‒el arte‒ de gran valor, pero al mismo tiempo, muchas veces relegado a un segundo plano. Veamos cómo se limita su intensidad horaria en los colegios y cómo sobre él recae una idea errónea que lo reduce a la elaboración de carteles y manualidades. La pastoral educativa debe ser capaz de acercase y apropiarse de las posibilidades que ofrece el arte para crecer en humanidad como son: el acercamiento a la realidad; aprender a sentir, identificar, entender y empatizar con el otro; comunicar, expresar, transmitir y denunciar realidades de injusticia y de dolor para nuestro pueblo; nos enseña a pensar de manera divergente, crítica y analítica, al mismo tiempo que favorece el trabajo colaborativo y la comunicación. Es sin duda un escenario propicio para fortalecer en clave pastoral las habilidades del siglo XXI y de manera especial, para hacer posible el proyecto de Jesús. Pensemos entonces, ¿Qué lugar ocupa el arte en nuestros colegios?


3.    Resignificar el deporte como espacio para aprender y enseñar a convivir


Uno de los elementos que más extrañamos las personas durante el tiempo de confinamiento fue justamente la posibilidad de caminar, desplazarnos, disfrutar del aire libre, gozar del juego con los amigos y la familia. El impacto de esta situación sobre la vida emocional de las personas y de las familias es digno de observación ahora que estamos en un proceso de alternancia. En dicho proceso (el de alternancia) se ha podido percibir la alegría del encuentro con el otro, el valor de las risas, el valor de la cercanía. Sin duda en este regreso se tendrá que volver a aprender a convivir, a respetar, a valorar la presencia del otro, a disfrutar del otro, a aprender del otro, a buscar y querer el crecimiento de todos. Por eso, todo educador reconoce y se compromete a dar el valor y la importancia que tiene la lúdica, la recreación y el deporte como mediación para aprender a vivir juntos. Vivir juntos respetando las diferencias y sintiéndonos miembros de un mismo cuerpo, como uno de los pilares fundamentales para vivir en sociedad. Como educadores encontramos en el Deporte el camino más atractivo para acoger la invitación del Papa Francisco a sentirnos hermanos y hermanas. En ese sentido vale considerar ¿Cómo fortalecer en mi colegio los escenarios para la construcción de ciudadanía desde las posibilidades que ofrece el Deporte?

Hasta aquí los elementos que propongo para iniciar un proceso de resignificación de los espacios de la pastoral educativa. Ahora le corresponde a cada lector abordar aquellos otros que considera prioritarios en su contexto particular. Por eso le pregunto, amigo lector ¿Qué otros espacios de la pastoral educativa deben resignificarse?



[1] Director de Pastoral Educativa. Conaced Nacional. cerofe0306@gmail.com

[2] Para ampliar respecto al ambiente de incertidumbre en que se desenvuelve la educación consulte https://www.youtube.com/watch?app=desktop&v=EgnYXbwA310 

 [3] Amplíe el concepto de Sociedad 5.0 en https://www.youtube.com/watch?v=SYrv6kOsU1o&feature=youtu.be



Comentarios

  1. Gracias, Camilo por tu reflexión seguro que desde la pastoral vamos hacer todos lo posible para que todas la áreas del colegio se resignifiquen.

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    1. A ti por acoger esta invitación María Beatriz. Y sin duda es asunto de todas las áreas e incluso estamentos.

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  2. Interesante, ojalá lo pongamos en práctica pronto... Es decir hoy!! Gracias Camilo, Dios te bendiga.

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    1. Si. Hay que tomar medidas inmediatas al respecto. Gracias por tu comentario.

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