Reconstruir el Pacto Educativo Global. Entre realidades y utopías.

 

RECONSTRUIR EL PACTO EDUCATIVO GLOBAL.

ENTRE REALIDADES Y UTOPÍAS[1].

 

Por: Camilo E. Rodríguez F.

Director de Pastoral CONACED Nacional

pastoralconaced@conaced.edu.co

cerofe0306@gmail.com

 


1.    Introducción

 El pasado 12 de septiembre de 2019 el Papa Francisco, a través de video mensaje, promovió la organización de un evento mundial que se desarrollaría el 14 de mayo de 2020 en la ciudad de Roma. A dicho evento convocó de manera especial a “quienes trabajan en el campo de la educación en los diversos niveles disciplinares y de la educación, a las personalidades públicas que a nivel mundial ocupan cargos de responsabilidad y se preocupan por el futuro de las nuevas generaciones y principalmente a los jóvenes” (Papa Francisco, 2019). Este escenario de encuentro tendría como tema central: Reconstruir el pacto educativo global (PEG); un tema de su interés en torno al que ya se había pronunciado en su natal Argentina, siendo Arzobispo de Buenos Aires; situación que revela que no se trata de arrebato temporal, sino de una reflexión madurada, rumeada, interiorizada y vivida en primera persona; y que ahora socializa con el mundo entero.

 El propósito central del evento se direccionaría en la “promoción e impulso compartido de aquellas dinámicas que dan sentido a la historia y la transforman de modo positivo; esto a través de un pacto educativo común” (Papa Francisco, 2019), de donde se infiere que el pacto entonces no es un fin sí mismo, ni el centro de interés en cuanto punto de llegada, ni la cúspide o meta de su llamado. El pacto termina siendo la mediación para el alcance de un fin mayor, de un sueño más grande, la llegada a una cima más alta; como pretendo ilustrar en el desarrollo de esta ponencia en la que me propongo hacer pedagogía del pacto.

 Por las razones bien conocidas y padecidas por los presentes, dicha reunión se postergó, en principio de manera indefinida; hasta que finalmente logró desarrollarse en el mes de octubre de 2020. Aplazamiento que lejos de restar importancia al llamado, afianzó la necesidad de aproximarse para comprenderlo, valorarlo y dinamizarlo a nivel macro y micro al mismo tiempo. En ese sentido, a dos años de distancia de esta convocatoria papal, este encuentro organizado por la Arquidiócesis de Bucaramanga resulta oportuno y privilegiado para sumergirnos en la riqueza de esta iniciativa pontificia y así identificar con mayor madurez y profundidad en qué consiste este llamado y cuáles son sus realidades o posibilidades, y al mismo tiempo sus quimeras o utopías en un escenario post-pandemia. 

2.    Dime cómo comprendes el Pacto Educativo Global, y te diré que harás para reconstruirlo

 El proceso de acercamiento y apropiación individual en relación al pacto educativo global me llevó a identificar, a través de un proceso de investigación que realicé durante el primer semestre de este año, una serie de creencias y/o percepciones iniciales disonantes o desarraigadas acerca de éste; y que conviene señalar no para condenar estigmatizar, sino para indicar el riesgo que se corre al permitir que éstas continúen circulando en el imaginario de las personas, en especial de directivos docentes, docentes, equipo de apoyo, padres de familia y estudiantes:

-       Creer que el Pacto es solo un documento inspirador sin repercusiones prácticas en el modelo de gestión o en las prácticas educativas del aula.

-       Creer que no estamos haciendo nada en el marco de las intencionalidades propias del PEG y que por ende debemos partir de cero, ya que todo está por construir.

-       Creer que a nivel educativo ya lo estamos haciendo todo y no hay nada por mejorar.

-       Creer que es un asunto reservado a la iglesia o la educación católica.

-       Creer que debemos esperar orientaciones más precisas para ponerlo en marcha, dejando de lado la reflexión con nuestros propios equipos desde nuestro contexto particular.

-       Creer que el Pacto se hace solo, sin la participación de las familias, los estudiantes, los educadores, la sociedad civil y el Estado.

-       Creer que se trata de un asunto eventual, pasajero, efímero.

A partir de allí precisemos con claridad qué No es el PEG como antesala al abordaje de su significado profundo: No es simplemente el desarrollo de eventos académicos o sociales con la participación personalidades y autoridades del mundo educativo, ni lo es la simple firma de un documento de nobles intenciones en favor de la educación. Tampoco es un intento por imponer la educación católica como única propuesta educativa válida, y mucho menos una campaña de marketing para reposicionar la educación católica en el país.

Partiendo de la premisa según la cual el conjunto de creencias de una persona determina las acciones que emprenda, imaginen ustedes lo que sucedería de mantenerse o difundirse y convertirse en parte del imaginario simbólico de políticos, investigadores, directivos, jóvenes, padres de familia, religiosos este tipo de alejadas creencias acerca del PEG. Simplemente terminaríamos sepultando esta gran iniciativa y desvirtuando su poder dinamizador de una nueva educación.




3.    ¿Reconstruir? ¿Qué está destruido? ¿Quién lo destruyó? ¿Cuándo se destruyó? ¿Quiénes lo podrían reconstruir?

El punto de partida de la invitación del Papa Francisco en relación al PEG se concretiza en el vocablo reconstruir. Por nimio que resulte conviene adentrarse en el significado de este término (reconstruir) ya que revela de una parte la intencionalidad de la convocatoria y como consecuencia indica al mismo tiempo el compromiso que asumimos quienes atendemos este mandato. Así las cosas, en el diccionario encontramos que reconstruir “es construir de nuevo” (Ej: Reconstruir la oficina de la rectoría), o “volver a formar algo que se ha deshecho o roto” (El pequeño Laurousse ilustrado 2003). En definitiva, reconstruir es reedificar, restaurar, reparar, arreglar, recobrar, rehacer, dar forma nuevamente. Solo se restaura, se repara, se arregla, se re hace o se reconstruye aquello que se aprecia, que se estima. Lo que es valioso, lo que representa un significado, lo que está cercano al corazón. Lo que es útil, no en un sentido instrumental o funcional; sino en tanto su esencia misma permite por ejemplo evocar, resignificar, sanar, fortalecer, proyectar, unir, comprometer. Al final, ese proceso de reparación termina haciendo que se aprecie más lo restaurado.

Pero el gran interrogante continua aun estando presente ¿Qué es aquello que se ha destruido y qué debemos reconstruir? Desde el acercamiento y comprensión al pensamiento del Papa Francisco, se pueden identificar no solo una sino tres destrucciones, o como él mismo las llama, tres rupturas. Aunque otros podrían señalar que se trata fundamentalmente de tan solo una, de la que como consecuencia se desprenden las otras como expresiones de la primera.

-       Ruptura del vínculo vital. Refiriéndose a los relatos bíblicos de la creación, Laudato Si´ (Papa Francisco, 2015) nos indica que: “Estas narraciones sugieren que la existencia humana se basa en tres relaciones fundamentales estrechamente conectadas: la relación con Dios, con el prójimo y con la tierra. Según la Biblia, las tres relaciones vitales se han roto, no sólo externamente, sino también dentro de nosotros. Esta ruptura es el pecado” (Laudato Si´ No. 66).

La relación con Dios, se rompe justo cuando el hombre desconoce su condición de criatura e intenta ponerse por encima del creador. La relación con la tierra, surge como consecuencia de esta primera ya que el hombre tergiversa su relación con la tierra quedándose en el “dominio” referido en Gn. 1,28 que le llevó a sentirse poseedor, propietario, explotador, usurpador y destructor de la misma; olvidándose del “cuidarla y labrarla” indicado en Gn. 2,15 que “implica una relación de reciprocidad responsable entre el ser humano y la naturaleza” (Laudato Si´ No. 67), porque al ser del Señor, no le pertenece a él.

Respecto a la relación con el prójimo, la misma Encíclica nos indica refiriéndose a la relación Caín y Abel “que los celos condujeron a Caín a cometer la injusticia extrema con su hermano” (Laudato Si´ No. 70), señal clara de esta ruptura con el prójimo del que dado el origen común; también debe cuidar y custodiar. Al final estas tres rupturas no solo separan al hombre de Dios, de los demás y de la naturaleza sino que destruye su relación interior consigo mismo” (Laudato Si´ No. 70).

Es esta ruptura del vínculo vital lo que nos sumerge en una cultura prolongada y en apariencia indestructible ante la que sucumbimos; marcada por el consumismo, el tecnicismo, el eficientismo, la destrucción, la competencia, la razón instrumental, el afán de progreso desmesurado pasando por encima del otro, la negación de Dios, la extracción desmedida de los recursos naturales y el maltrato de la Casa Común, en definitiva; una cultura del descarte, que aceleradamente nos va deshumanizando.

-       Ruptura de las relaciones. La primera ruptura de la que hablamos (la del vínculo vital), repercute en cada uno de los escenarios de nuestras vidas y parece perpetuarse. También en la escuela hay vestigios de esta ruptura, y se expresa principalmente en la ruptura de las relaciones entre sus protagonistas (segunda ruptura). Es así como vemos que hay fractura o rompimiento entre la relación: Estado – Directivos, Directivos – Educadores, Educadores – Estudiantes, Estudiantes – Familias, Familia – Educadores, Familia – Estado, Directivos – Sector productivo, Docentes – Medios de Comunicación, Estudiantes – mundo empresarial, Estudiante – Estudiante, etc. Las combinaciones resultarían infinitas.

Para ilustrar un poco esto, vale recordar el relato titulado: “La culpa de todo en educación” (Peluso, 2020, p. 24). Este relato ilustra de forma precisa que al hablar de una ruptura de las relaciones lo que en realidad hacemos es concientizándonos (recordando a Freire) de la destrucción, del daño, del quebrantamiento en el tejido de las relaciones entre aquellos quienes estamos involucrados activamente en el establecimiento de una educación pertinente para los ciudadanos del futuro; situación ésta que retrasa, estaciona o dispersa los esfuerzos precisamente para alcanzarla.

Lo anterior tiene muchas expresiones como, por ejemplo, la pérdida de la confianza de los padres hacia los educadores, o de los estudiantes hacia sus padres. La ausencia del sentido de responsabilidad que continuamente denuncian los educadores respecto a los estudiantes. La falta de interés de los directivos docentes en el acompañamiento cercano de los educadores, o la falta de disposición de los educadores para aproximarse y conocer mejor a sus estudiantes. También, el desinterés de los organismos estatales por conceder a la educación un papel principal en los planes de desarrollo a nivel local, regional y nacional desde la participación ciudadana. La apatía del sector empresarial por articular sus procesos de crecimiento y desarrollo tomando en cuenta las necesidades del contexto en el que están inmersas; y en especial el desconocimiento o negación del impacto de sus acciones a nivel social y ambiental. Incluso también se percibe en la falta de disposición para escuchar a los adultos mayores, quienes son para el mundo una reserva de la tradición espiritual, cultural, social, ética y estética. En el espíritu de competencia desmesurada que permea la cultura infantil y juvenil, en la imposibilidad de soñar propuestas educativas interinstitucionales, intercongregacionales o interdiocesanas articuladas y en red que terminen las dinámicas canivalescas de búsqueda de estudiantes para la supervivencia institucional. En definitiva, la ruptura se reconoce en la ausencia del sentido y vivencia de la cultura del encuentro que subyace, al parecer, en la mente y el corazón de gran parte de quienes conformamos esta sociedad. Todos de alguna u otra forma asumimos que la tarea de educador es para la escuela, para los educadores; pero no del conjunto de la sociedad; y en esa medida seguimos avanzando sin esa interrelación continua y permanente; necesaria para robustecer los procesos y alcanzar los frutos esperados.

Es esta, precisamente la idea que subyace en el pensamiento del Papa cuando invita a reconstruir la Aldea Educativa retomando el proverbio africano que reza “para educar a un niño, se necesita una aldea entera” (Papa Francisco, 2019). Por ello la aldea es condición sine qua non podría asumirse un verdadero compromiso por la educación. Se trata de una aldea “donde se comparta en la diversidad el compromiso por generar una red de relaciones humanas y abiertas. En una aldea así es más fácil encontrar la convergencia global para una educación que sea portadora de una alianza entre todos los componentes de la persona…” (Papa Francisco, 2019).  

Precisamente este concepto de aldea nos lleva comprender la importancia de la exhortación del Papa contenida en su carta encíclica Fratelli Tutti, en la que también nos invita a superar esta ruptura de las relaciones restaurando la fraternidad y la amistad social.

A esta altura de la ponencia les pregunto: ¿Qué signos de esta ruptura de las relaciones identifican ustedes en sus contextos particulares de trabajo?

-       Ruptura del Pacto Educativo. Con lo dicho hasta el momento es más sencillo identificar las razones por las cuales el Pacto Educativo se ha desdibujado, se ha roto, se ha fracturado. Si hay ruptura del vínculo vital (con Dios, con la tierra, con el hermano), si hay ruptura del tejido relacional (si no existe la disposición para el encuentro y si no me siento corresponsable); ¿Cómo podríamos establecer una serie de acuerdos en relación a los fines y caminos para la educación, desde el respeto y articulación del imaginario simbólico de cada uno de los actores de la sociedad?, entendiendo por actores: niños, jóvenes, educadores, padres de familia, directivos, organismos gubernamentales, sector productivo, investigadores, grupos religiosos, no creyentes… etc. Porque es claro que el pacto al que nos llama el Santo Padre involucra no solo la participación de quienes integran la escuela católica, sino también a quienes hacemos parte de la amplia riqueza cultural, política, social, religiosa, ideológica que hace presencia en cada contexto.

En ese sentido conviene recordar que la palabra pacto viene del “latín pactum que significa convenio, acuerdo firme entre dos o más partes” (El pequeño Laurousse ilustrado 2003), de allí que se comprenda que este es el resultado, la evidencia, el producto final de la acción de pactar, que a su vez viene del latín pactare “acordar dos o más partes algo que se comprometen a cumplir o defender”, al mismo tiempo significa “llegar a un acuerdo con alguien” (El pequeño Laurousse ilustrado 2003). Otros refieren que pacto viene del latín convenire que significa también “reunirse para un propósito común”, propósito que muchas veces se realiza entre distintos. Un pacto es en resumen una alianza, un convenio, un tratado solemne cuya característica fundamental y más importante es que genera una relación vinculante en dos dimensiones: con aquellos con quienes pacto y con lo pactado al mismo tiempo. Es esta la mayor riqueza que el Papa pretende llevarnos a identificar, el compromiso, la responsabilidad y al mismo tiempo el honor que conlleva el ejercicio de pactar. El pacto educativo debe ayudar a generar plena conciencia de la corresponsabilidad que conlleva justamente el acto de educar.




4.    ¿Pero que es aquello sobre lo que debemos dialogar? ¿Qué es en definitivamente lo que debe pactarse? ¿Quiénes deben pactarlo?

Desde mi óptica, tres son los factores orientadores para percibir cuál es el Pacto que su santidad nos invita a concretizar. Quiero expresarlos a través de tres palabras, tres acciones o mejor tres posturas epistemológicas desde las cuales sigamos adentrándonos en el PE. Las he llamado las 3I: Incidir, Incrementar, Insistir.

-       Incidir. Se trata de desechar la falsa premisa o paradigma eficientista, funcionalista e instrumental en la que de una u otra forma todos hemos caído en relación a los fines de la escuela. En muchos de nosotros se ha instalado la idea reducida de que tanto mejor colegio somos en cuanto mejores resultados obtengan los estudiantes en las pruebas saber. Ese no debe ser el indicador del impacto de nuestras acciones, de nuestra propuesta educativa. Por eso el Papa indica que el valor de nuestras prácticas educativas debe medirse “por la capacidad de incidir en el corazón de una sociedad y dar nacimiento a una nueva cultura” (Papa Francisco, 2020).

 

-       Incrementar. “…la conciencia de que se debe realizar un cambio en el modelo de desarrollo” (Papa Francisco, 2020); porque el actual no funciona ya que parte de un antropocentrismo selectivo, es decir, centrado no en la humanidad entera sino en unos cuantos que ostentan las maquinarias de poder que su vez, bajo el paradigma del progreso y del desarrollo, generan destrucción de la Casa Común y exclusión de los sectores menos favorecidos. Este nuevo modelo de desarrollo deberá construirse sobre la base de un paradigma biocentrista.

 

-       Insistir. En que “que cualquier cambio requiere un itinerario educativo, para construir nuevos paradigmas capaces de responder a los desafíos y emergencias del mundo contemporáneo…”(Papa Francisco, 2020) Se trata de de reconocer que solo la educación es capaz de suscitar procesos de transformación en la persona, en la cultura; esa es su finalidad.

Esto es sobre lo que debemos dialogar (Incidir, incrementar, insistir), sobre lo que debemos pactar. No se trata de pactar y/o redactar un libro de recetas metodológicas respecto a cómo educar mejor a los centenials, ya lo decíamos al comienzo. Se trata de una apuesta mucho más grande a la que Francisco, como respuesta a las mociones del Espíritu Santo, nos convoca.

El PEG es entonces una invitación a soñar un mejor país, un nuevo modelo de persona y de sociedad; así como también la educación que puede ayudar a forjar esa nueva persona y sociedad, capaz de construir ese nuevo país, de allí que sea un llamado a redefinir los fines de la educación. Es un sueño colectivo poderoso al que nos atrae Francisco para el que se requiere de la participación de todos los sectores: de los líderes políticos, de los gremios de producción, de los sindicatos, de los maestros, de las iglesias, de los docentes, del gobierno, de los científicos y principalmente de los niños y jóvenes. Recordemos que “Un sueño que sueñas solo, es solo un sueño. Un sueño que sueñas con alguien, es una realidad” (John Lennon).

Es una invitación a aprender a escuchar de manera comprensiva. A tejer nuevas relaciones para sumar esfuerzos, dejando de lado actitudes de individualismo. A sentir el dolor de los que sufren. A imaginar y construir juntos nuevas posibilidades y alternativas en educación. A inspirar a través del compromiso y la entrega personal.

De allí que el pacto solo es posible y se hace realidad: a. comprendiendo y compartiendo ampliamente el llamado del Papa a reconstruir el Pacto Educativo. b. Con actitud de escucha y la participación activa de todos los sectores de la sociedad que reconocen en la educación el mejor camino para "cambiar a las personas que cambiarán el mundo" (Freire). c. Con la confianza plena en que el Espíritu de Dios inspira en la escuela nuevas acciones en favor de la Casa Común y quienes la habitamos.



5.    ¿Cómo podemos poner en marcha el PEG?

Se trata de la gran pregunta que todos tienen. Pero no puede ser lo primordial. Lo principal es comprender la esencia de este llamado, la riqueza, las bondades, la necesidad que se tiene del mismo; de allí que haya dedicado buena parte de esta ponencia a este cometido. Ya hemos visto que esto no se trata de recetas preestablecidas, sino de la generación de dinámicas de reflexión sostenidas en el tiempo en las que participen todos los actores y sectores de la sociedad.

La clave para ponerlo en marcha el PEG es dialogar. Se trata de un diálogo eficaz en donde en el que escuchar, más que hablar, sea la actitud que dinamice el proceso de reconstrucción del Pacto. Se trata de escuchar no para responder, sino para comprender, para discernir, para juntos proponer y juntos construir. No puede haber pacto sin una actitud real de escucha; que aleje los prejuicios y acerque a los actores. Se trata de un real ejercicio de democratización de la palabra en el que se reconoce la riqueza de la experiencia de quienes participan. ¿Alcanzan ustedes a imaginar el resultado de este proceso de diálogo?. Escuchar implica dejar los prejuicios, tomarse el tiempo, desinflar el ego, crear silencio, discernir, perder el  miedo a escuchar (Torralba). Esa escucha será con los  niños, los ancianos, los amigos, los pobres, los desarrapados, los enfermos…

Redescubriendo personal y colectivamente las convicciones y motivaciones para educar hoy, en el marco de un cambio de época dinamizado por la cuarta revolución industrial.

Comprendiendo de una parte; el contexto social, político, económico, religioso y tecnológico en que estamos inmersos; y de otra, aproximándonos a la manera como esto repercute en la realidad de los niños y jóvenes y sus familias; como punto de partida para enriquecer y dinamizar el proyecto educativo institucional.

Revisando y proyectando la alineación de nuestro PEI con el contexto local, nacional y global como punto de partida para establecer los planes de mejora a corto, mediano y largo plazo; orientados por los criterios de acción del Pacto Educativo Global y la participativa activa de la comunidad educativa.

Promoviendo la construcción participativa de un currículo que se implique en los problemas sociales globales y el alcance de los objetivos de desarrollo sostenible.

Vinculando a las familias, los jóvenes, los estamentos gubernamentales y otros actores en la construcción de una educación para la dignidad y los Derechos Humanos, la ecología integral, la justicia económica y la promoción de la paz.

Estableciendo espacios para la formación y acompañamiento en el crecimiento de la interioridad de los educadores, los jóvenes y las familias como punto de partida para reafirmarse como seres en relación con Dios, los otros y la creación.

Propiciando espacios de acogida. Para acompañar a cada niño en su diferencia y particularidad, así como a los educadores y en las familias desde su singularidad. Preguntémonos entonces: Si no todos los niños y adolescentes son iguales ¿En qué aspectos de nuestra oferta educativa se evidencia que consideramos su individualidad? ¿Qué situaciones viven hoy los educadores y las familias que puedan ser acompañadas desde la Escuela?

Asumiendo un liderazgo directivo con especial interés en el desarrollo de lo mejor de cada persona, la promoción del trabajo en comunidad, la escucha de la experiencia de los mayores y los anhelos de los más jóvenes... incluso por encima de asuntos administrativos o técnicos.

Fomentando alianzas. Para escucharnos y reflexionar juntos el sentido del Pacto. No es una simple asociación. Se trata de formar comunidad (existe diferencia en ello) para crear caminos que permitan reconstruirlo; porque el camino se hace así precisamente, haciéndolo, avanzando, soñando en comunidad. Alianzas para emprender conjuntamente iniciativas que sumen esfuerzos en nuestro compromiso por la construcción de un mundo más humano, fraterno y solidario. Estas alianzas pueden darse al interior de cada colegio en primer lugar, con otros colegios de la misma ciudad, con otras denominaciones religiosas, a nivel congregacional, etc.

 

Referencias 

Papa Francisco. (2015). Carta encíclica Laudato Si’ del santo padre francisco sobre el cuidado de la casa común. Recuperado de: https://www.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html

 

Papa Francisco. (2019). Mensaje del santo padre francisco para el lanzamiento del pacto educativo. Recuperado de: https://www.vatican.va/content/francesco/es/messages/pont-messages/2019/documents/papa-francesco_20190912_messaggio-patto-educativo.html

 

Peluso, S. (2020). Pacto educativo. La educación como práctica de una transformación personal y social. PPC.  

 

Papa Francisco. (2020). Mensaje con ocasión del encuentro promovido y organizado por la Congregación para la educación católica: “Global Compact on Education. Together to look beyond" realizado el jueves, 15 de octubre de 2020 en el aula magna de la Pontificia Universidad Lateranense. Recuperado de:

https://press.vatican.va/content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2020/10/15/glob.html



[1] Ponencia presentada en el XVIII Encuentro Arquidiocesano de Educadores 2021. Reconstruir el Pacto Educativo Global en el escenario pospandemia: Entre realidades y utopías. Organizado por la Arquidiócesis de Bucaramanga el 24 de septiembre de 2021.

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