En el día Mundial del Medio Ambiente, un llamado a la coherencia.

 



Por: Camilo E. Rodríguez F.


Hoy 5 de junio hace cincuenta años, en 1972, se daba inicio a la Asamblea de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano en la ciudad de Estocolmo, Suecia. Se trató de la Primera Conferencia de las Naciones Unidas que abordaría de manera directa la problemática ambiental que ya para la época avizoraba los futuros catastróficos de la humanidad; y que hoy precisamente afrontamos, y al mismo tiempo agudizamos, quienes habitamos el planeta tierra. 

Como parte de los frutos de la Asamblea, conocida como Conferencia de Estocolmo, se encuentra la Declaración de 26 Principios comunes que ofrecerían a los pueblos del mundo inspiración y guía para preservar y mejorar el medio humano (Declaración de Estocolmo, 1972)los cuales merecen ser conocidos por cada ciudadano; en especial por aquellos que cargan sobre sus hombros la responsabilidad de direccionar los procesos de desarrollo, crecimiento y educación de las naciones; y por supuesto, por los directivos y educadores quienes en el día a día de la escuela tejen un nuevo modelo de persona y de sociedad. Esto sin duda les viene bien en esa noble misión.

Un poco más adelante la Asamblea General de las Naciones Unidas a través de la resolución A/RES/2994 (XXVII) del 15 de diciembre de 1972, designó el 5 de junio Día Mundial del Medio Ambiente e instó "a los gobiernos y a las organizaciones del sistema de las Naciones Unidas a que todos los años emprendan en ese día actividades mundiales que reafirmen su preocupación por la protección y el mejoramiento del medio ambiente, con miras a hacer más profunda la conciencia de los problemas del medio ambiente y a perseverar en la determinación expresada en la conferencia"Es por eso que cada año, en este día, conmemoramos esta jornada dedicada a la concientización del cuidado del medio ambiente. En ese sentido podemos decir que hoy es un día que no puede pasar desapercibido, dado que se trata de una fecha especial para motivar el proceso de conversión ecológica personal e institucional al que el Papa nos ha llamado recientemente; y del que desde 1972 se viene reflexionando ampliamente.

Sin embargo puede suceder que imbuidos en las dinámicas comunicativas permeadas por el desarrollo de la tecnología y la presencia de las redes sociales, hoy 5 de junio a nivel personal y organizacional reafirmemos nuestro propósito y compromiso por el cuidado del medio ambiente por una cuestión de moda pasajera o porque es la tendencia del día, pero que nuestras prácticas y nuestro estilo de vida cotidiano contradigan ese interés. 

Por ejemplo, a esta hora en que escribo este texto (10:00 a.m.), en una rápida mirada a las redes sociales encuentro que muchos de mis amigos y conocidos, al igual que diversas organizaciones de carácter eclesial y educativo han hecho ya diversas publicaciones alusivas a esta jornada.

De manera especial llamaron mi atención las publicaciones de una organización para este día, (organización de amplia trayectoria y reconocimiento internacional en el sector educativo) ya que se trataba de una serie de piezas gráficas muy creativas, atractivas y pertinentes en la disposición del mensaje. 

Recordé que recientemente asistí a un congreso organizado por esta compañía en la que al registrarme me dieron una escarapela de plástico con cinta de tela para poder ponerla en mi cuello. En ella pusieron mi nombre impreso en una hoja. Por supuesto, todos lo sabemos, este elemento no tuvo otra función después del evento (y quizás tampoco durante el mismo) por lo que ya debe reposar en los rellenos sanitarios de la ciudad. A su vez, me dieron una tula llena de documentos publicitarios de las organizaciones patrocinadoras que revisé rápidamente pero que fueron a la basura al cierre de la jornada. También una libreta y un lapicero como si en general no tuviéramos de éstos una cantidad enorme arrumadas en las repisas o escritorios (¿No sería mejor que cada quien llevara su propio lapicero y su propia libreta?). Por si fuera poco, al ingresar al escenario observé varios stand cada uno con impresiones, backing y pendones alusivos al acontecimiento académico que nos reunía, los que con seguridad finalizado el mismo ya nunca más se reutilizarían. Ni qué decir de las luces encendidas todo el tiempo junto a las amplias pantallas que dispusieron para que todos los asistentes pudiéramos observar la presentación de los ponentes. Esto solo por mencionar algunos elementos. En fin, la incoherencia salta a la vista.

Estimo que si existiera en realidad tal compromiso en la promoción del cuidado del medio ambiente como el que hoy proclaman en sus redes esta compañía, buscarían la disminución a un nivel mínimo del impacto de la huella de carbono en el desarrollo de este tipo de eventos; o por lo menos se buscarían alternativas para cada uno de los elementos que ya indiqué (aunque si somos francos, estamos ya a un nivel en el que las pequeñas acciones si bien necesarias e importantes, deben trascender a acciones de mayor incidencia y radicalidad).

Esto mismo que narro en relación a la empresa educativa que me referí puede suceder precisamente en las instituciones educativas, es decir, que en este día impulsen campañas mediáticas de gran impacto a través de videos, imágenes, mensajes, frases del Papa, cifras, izadas de bandera, jornadas pedagógicas, etc., pero que al interior de las mismas la dinámica vaya en otra dirección en la que por ejemplo haya desperdicio de agua, impresión innecesaria de documentos, solicitud de materiales o útiles escolares de gran impacto en contra de la naturaleza como elementos de plástico o icopor, derroche innecesario de energía, uso de productos de limpieza altamente contaminantes, derroche de recursos en las jornadas como reuniones o clausuras, etc. 

Estos hechos y muchos otros más que suceden en los escenarios personal, familiar, laboral, académicos, etc. que nos movemos son tan solo una pequeña muestra de las contradicciones en que vivimos como personas, como sociedad. Por eso estimo que la mejor manera de conmemorar esta fecha que nos propone la ONU, es llevar una vida un poco más coherente que dé cuenta de que estamos ampliamente interesados y comprometidos por dejar un mundo mejor para quienes nos sucederán y al mismo tiempo, por dejar un mejor ser humano para el mundo al que llegan. Se trata de un esfuerzo no solo personal, sino institucional y por su puesto social.

Como educadores con una clara identidad cristiana católica, reconocemos que el ejemplo y el Testimonio de vida es un elemento fundamental en el proceso de formación de los niños y jóvenes que transitan nuestras aulas; y de que la educación es algo que no solamente acontece en el aula; sino en todo espacio de la escuela. Por ello si queremos ser aún más significativos en nuestro propósito formativo de ayudar a cuidar nuestro planeta, debemos no solo involucrarnos en la conmemoración de fechas como la de hoy; sino especialmente, en la revisión de nuestras prácticas cotidianas, en la coherencia de nuestras prácticas respecto de nuestro discurso con el cuidado de la creación. Es la mejor manera de salvaguardar nuestra Casa Común y de conmemorar este día.

Nota: Por su puesto, antes de señalar con mi dedo índice a las organizaciones, toda la reflexión me delata como alguien aún necesitado de conversión ecológica, como bien señala el Papa. Espero que a ustedes no les suceda lo mismo.



 













  






 


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