Jornada de ayuno y oración por la paz en Tierra Santa y en Colombia - 27 de octubre de 2023
Ante estos hechos, diversas actitudes y posturas se hacen presentes entre la ciudadanía. Hay quienes legitiman los ataques del Estado israelí por la provocación desalmada del grupo Hamás. Pero también hay quienes defienden los ataques de Hamás como retaliación a la fuerza opresora que han sentido (los palestinos) por parte de los israelitas desde hace varios años. Hay quienes animan y apoyan un ingreso severo a la Franja de Gaza de las tropas de Netanyahu, pero también hay quienes están prestos a condenar este crimen como de lesa humanidad. Del mismo modo hay otros que reclaman de la ONU una intervención más decidida en el conflicto, y hay quienes tomando distancia de los hechos se tranquilizan afirmando cosas como "bendito Dios eso está pasando bien lejos y no nos afecta".
Ocurre también algo similar en Colombia: Hay quienes justifican los ataques de los grupos armados (quién lo creyera), y hay quienes piden del Estado una mayor inteligencia y acciones militares contundentes contra los grupos armados para destruirlos de una buena vez, así se trate de menores de edad. Sueñan con una incursión a las selvas para poner fin a la vida de todos los cabecillas y seguidores de estos grupos armados.
Y hay quienes continúan su día a día como si nada grave estuviera aconteciendo. Como si todo se tratara de una realidad desconocida sin efectos colaterales o directos en su vida. Es como si de sus vidas se hubieran apoderado la tentación de la indiferencia (porque para este caso funge como tal, como una tentación); o como si sufrieran de aquello que algunos han llamado la fatiga de la compasión, que para este caso terminan conjugándose en una misma cosa (fatiga de la compasión es por ejemplo lo que acontece en las personas después de ver a tantos migrantes en las calles pidiendo ayuda. Al comienzo la generosidad es avasalladora de diversas maneras, pero con el tiempo esa actitud de servicio, de caridad, de compasión se va debilitando, y como consecuencia la ayuda se va mermando; incluso empiezan a surgir actitudes de rechazo ante este grupo humano. En definitiva se agota la actitud compasiva).
Esta tentación debemos apartarla al máximo, y en caso que hallamos sido atrapados por ella, debemos extirparla. No podemos sucumbir ante ella de ninguna manera, pues va en contravía de nuestra fe (de los que somos creyentes), y desdice mucho del índice de humanidad que tenemos (si pudiéramos darle ese nombre al hecho de ser o no buenos seres humanos).
Es allí, en este contexto, donde particularmente encuentro valiosa la invitación del Papa Francisco hace un par de días en la que nos invita a compadecernos y a experimentar empatía por lo que acontece en Tierra Santa en estos momentos. Recordemos lo que nos dijo:
"...he decidido convocar, el viernes 27 de octubre, una jornada de ayuno y oración, de penitencia, a la cual invito a unirse, de la forma que consideren oportuno, a las hermanas y los hermanos de las varias confesiones cristianas, los pertenecientes a otras religiones y a cuantos tienen en el corazón la causa de la paz en el mundo... Pido a todas las Iglesias particulares que participen, preparando iniciativas similares que involucren al Pueblo de Dios" (Papa Francisco. Audiencia general. Plaza de San Pedro. Miércoles 18 de octubre de 2023).
(Nota: En Colombia podríamos unirnos entre las 11:00 a.m. y las 12:00 del medio día para llevar a cabo este momento bajo el esquema que se propone más adelante).
Se trata de un llamado justamente a vencer la indiferencia respecto a aquello que pasa a miles de kilómetros de esta patria, en Tierra Santa; pero al mismo tiempo a no dejarnos enterrar por el desinterés ante lo que también a diario sucede en nuestro país, en el campo, en las regiones apartadas, en las zonas de conflicto. Es una oportunidad para educar en la solidaridad y en la compasión manteniendo como referente el ícono del Buen Samaritano.
Invito entonces a las personas en general, a las familias, a las empresas, pero principalmente a los colegios a atender a este llamado del Papa interrumpiendo las dinámicas del día a día, de las clases, de la planeación para unirnos en oración y rezar por la paz del mundo aunque quizás no estaba planeado. Así es la vida, aquello que acontece aún sin haberlo previsto, que irrumpe silenciosamente nuestra cotidianidad y aún así debemos enfrentarlo (una enfermedad, una pérdida, una guerra). "Que lo urgente no nos haga perder de vista lo importante".
Los colegios podrían motivar este momento de oración al ingreso o salida de los estudiantes para vincular a los padres de familia. Quizás podría invitarlos a la capilla, a pasar al patio, o incluso en la recepción o portería. Confío en que participarán gustosos al conocer el motivo
Para ello propongo este esquema sencillo, ya que su valor no radica en el seguimiento o no de los rituales establecidos simplemente; sino en que se trate de un momento profundo, sincero, pleno de encuentro con el Padre, con nuestro creador; para pedirle insistentemente por el Don de la paz a quien solamente puede concederla.
Orientaciones para que juntos oremos por la paz
1. Reconocer la presencia de Dios.
(Opcional: Leer el texto del buen samaritano. Orientar una reflexión hacia la necesidad de permanecer atento a la realidad y necesidad de las personas, de los pueblos. También puede leer una noticia alrededor del dolor que sufren las familias israelíes, palestinas o colombianas ante el flagelo de la guerra. También se puede rezar con ellos una decena del rosario, o solamente dejar un momento de silencio para que cada uno haga su oración mientras se escucha una melodía de fondo).
Se trata de un esquema sencillo que por su puesto puede ser enriquecido por la experiencia, el interés y la creatividad de los educadores... pero ¿saben?, confío en que si lo proponen directamente a los niños y jóvenes, y son ellos los que lo lideran; será sin duda uno de los mejores momentos de oración que tengan.
Dios te bendiga. Dios escuche nuestra oración por la paz no solamente el próximo 27 de octubre sino cada día que oremos por ella.
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